sábado, 23 de abril de 2011

Oración por pasiva

Oía a un aguerrido compatriota en una pequeña cola de compras navideñas una sarta de chistes manidos que con esa energía del desparpajo militante tenían como sujeto de mofa a Zapatero. Las mismas gracietas las oí de todos nuestros presidentes nacionales y autonómicos, alcaldes durante todos los años de democracia. Poco ingenio y mala leche, ingredientes fundamentales de la campaña, con un público garantizado: en esperas de compras, autobuses, ambulatorios, bares y demás aglomeraciones domésticas.
Como el entrañable vocero tuvo poquita respuesta y el dependiente demostró una gran eficacia, su adiós fue más cortés que la perorata insulsa de sus chistes. Entre los parroquianos  que quedamos no hicimos comentarios posteriores, pero alguien me dijo  al oído que no había sembrado en el terreno adecuado.
La verdad es que algunos de estos improvisados caricatos me remueven la bilis, pero me temo que nada se consigue sometiendo su insultante desatino a rigurosas objeciones, porque para la delicadeza del fragor de los hooligans, estas incursiones extemporáneas, les suma esos enteros que necesita la nadería para sentirse alguien.
Si preocupante es lo de nuestra educación y más en las edades que cordura y respeto deben franquear las canas, más alarmante es que la ingeniería mental que siempre ha ayudado a la fatiga del sur, se momifique en repeticiones y no tenga otra fuente de creación que la mueca horrenda del socarrón agriado -¡taxistas de Jiménez Losantos!
La verdad es que en estos jueguecitos nos hemos criado, y sería como querer acharolarme las alpargatas a estas alturas de la vida poniendo reparos, es más, participo de la convicción democrática de la necesidad de la crítica, y más si se adoba con una buena dosis de ingenio. Pero de eso a esa invasión de logreros parlantes hay un tope, debiera de haber una escuela de educación para la ciudadanía obligatoria con carácter retroactivo, para los que no la tuvimos, y sobretodo para aquellos que se ufanaban de echar en falta la vieja cartilla de urbanidad, y vivían con glorias las horas de formación del espíritu nacional.
Sabemos al día de hoy que Zapatero no ha cambiado su decisión de agotar la legislatura, y tomar las medidas estructurales necesarias para salir fortalecidos de la crisis, casi me lo sé, incluso podía recitar de memoria el rechinar y crujir de dientes que nos espera para embarcarnos en la esperanza. De su futuro, del día después, si es noticia, para mi ha dejado de ser una cuestión de estado, si se retira, siempre me mostraré agradecido y solidario, si decide presentarse de nuevo, me encuentro en la misma posición de firme y dispuesto.
Pero en el otro lado de la balanza se mantiene emboscado el silencio de Rajoy, que ni el perfume de las encuestas favorables a los populares, consigue mejorar la confianza de los ciudadanos a su persona. Se ha encasquillado tanto en una hoja de ruta, que no es otra que la destrucción de Zapatero, que vive maquillado por las sombras de alternativas de gobierno desconocidas.
Votar al misterio, es tan inexplicable como enterarse de las virtudes que le encontró Aznar para nombrarle heredero. Imaginemos como brotará la inspiración chistosa ante la inacción conocida de Rajoy como presidente de Gobierno. En otras facetas de su gestión pública ya lo ha demostrado. ¿Se le volverá  al vocero la oración por pasiva?

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