domingo, 5 de diciembre de 2010

Ayití



El nombre de la república haitiana en creole su lengua criolla, suena a ese jadeo abatido del lamento de esclavo. Ese nombre dado a su tierra de montaña por los antiguos taínos, recuperado por los libertadores abolicionistas seguidores de Toussaint-L´Overture, al redimirse del yugo de la esclavitud en 1804, y que serían los creadores del primer Estado ganado desde la noble venganza de las víctimas de una raza.
“Lo real maravilloso” que acuñara Alejo Carpentier, del reino asombroso del mundo caribeño, arrastrado tal cual a la descripción literaria, tiene la caratula siniestra del viaje afligido de miles de encadenados desde las orillas del río Níger a las fauces del golfo de Gonave, en la isla La Española, de su explotación depravada, a su resurgir en ceremonia vudú.

Aquella apreciada y disputada tierra de riqueza, hoy agrietada, yerma, desolada y escombrada, votará con tristeza y desamparo el 28 de Noviembre. A nosotros ese día nos distraerá la jornada electoral catalana y sus consecuencias, y al día siguiente, y a todas horas, Barcelona y Real Madrid, el agitado placebo anual.

2010 es su año maldito: terremoto, huracán, cólera ¡más de 250.000 fallecidos! y dónde queda resuello se arrastran los cadáveres por el suelo en desventurada ceremonia.
Crear un Estado por liberadora justicia, es demasiado desafío para las activas injusticias de los estados poderosos. Por eso desde 1804, las grandes potencias de la época le negaron a Haití el pan y la sal, y la tuvieron siempre sometida a hostilidades. Hasta la Iglesia Católica, tan suya, le retiró el saludo durante 60 años, por mor del animismo que había que desanimarlo.

Posteriormente la United Fruit Company, Papa Doc, Bebé Doc, Arístides, todos sujetos y maniatados por el dogal USA para el carnaval del saqueo. Infinitas lanzas las que le han clavado a un Pueblo, frente a esos alfileres clavados en los muñecos de sus rituales de magia negra. Y dicen que la pobreza se la labraron los desheredados.

El cólera avanza sin tregua y la cólera ciudadana hace su parte frente a los cascos azules, del MINUSTAH, la Misión de la ONU para la estabilización de Haití. Para alegrarnos se ha conseguido la restauración total del lujoso Hotel Montana en diez meses, joya de Puerto Príncipe; pero en los campamentos provisionales siguen los ciudadanos que perdieron sus hogares en el peor de los hacinamientos, los derribos y basuras se perpetúan como la tardanza de las ayudas internacionales prometidas. Revueltas y caos dicen que impiden detener el avance del cólera, menos en la cárcel que avanza bajo el control de los barrotes.

Hace unos días la búlgara Kristalina Georgieva, comisaria europea de Ayuda Humanitaria, nos llamó de nuevo a la solidaridad con los haitianos, nos dice que no es cuestión de dinero sino de despliegue inmediato de conocimiento, experiencia y materiales necesarios. En las Naciones Unidas se ha convocado una reunión, llamada informal, ante tanto desastre para el tres de diciembre.

Irremediablemente el día 29 de noviembre, sabremos si Montilla o Más, si Guardiola o Mou, si Messi o Cristiano, más si todavía nos queda una pizca de atención, sabremos si los zombis pudieron votar en Ayití 2010.

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